MERCADO DE COLÓN

Año Construcción: 1914

Situación: c/ Conde Salvatierra 9

Intervenciones: Luis López Silgo

Situado en una de las mayores manzanas del primer ensanche, que estaba destinada inicialmente a uso residencial, es una de las piezas más relevantes de nuestro modernismo. Iniciado en 1914, aunque su construcción estaba prevista que se realizase en doce meses, en la realidad se amplió hasta los veintiocho. Diseñado por Francisco Mora Berenguer aporta como novedad en este tipo de mercados su carácter abierto, que permite la visión a través del mismo produciendo una agradable sensación de diafanidad y transparencia perceptible fundamentalmente en sus lados mayores, lo que constituye sin duda un original y singular acierto.
El mercado propiamente dicho está constituido por un espacio cubierto por el entramado metálico situado entre dos monumentales fachadas de fabrica de ladrillo en las que se insertan ampulosos arcos de inusitadas dimensiones que, en el lado de Conde de Salvatierra se cubre por su parte superior hasta media altura por un paramento acristalado que se proyecta hacia el exterior formando una airosa marquesina. Su estructura basilical consta de tres naves, una central con 18’60 m. y dos laterales de menor altura con 9’70 m. de luz y voladizos de seis metros a cada lado, y se organiza en crujías de siete metros de separación que cubren una superficie total de 3.500 m. La cubierta original estaba realizada mediante placas de fibrocemento cuadradas modelo eternit, sujetas con alambre según sus diagonales. Las diferentes alturas de los paños de cubierta facilitan aberturas longitudinales para iluminación y ventilación del espacio. A lo largo de la cumbrera se abría un lucernario longitudinal, hoy acristalado, que proporciona una buena iluminación natural a la nave. La estructura metálica sobre pilares de fundición, se compone de cerchas y arcos de celosía realizados mediante perfilería compuesta con uniones roblonadas y tornillos en los enlaces con los pilares, y está enmarcada por los potentes testeros de ladrillo, perforados por imponentes arcos, en los que se produce una brillante utilización ornamental de diversos materiales, fundamentalmente la piedra y el mosaico, formando una singular y atrevida composición con un amplio repertorio escultórico, del que fue principal artífice el escultor Ricardo Tárrega, con las diversas figuras de animales que tradicionalmente eran objeto de venta en el recinto. En la fachada de la calle de Jorge Juan se dispone un cuerpo alto, de una crujía, rematado por cúpulas de teja vidriada donde se alojaba la Tenencia de Alcaldía y hoy acoge un lujoso restaurante en el que se pueden contemplar los mosaicos romanos de sus bóvedas realizados por el ceramista castellonense Lluis Bru, en tanto que la de Conde de Salvatierra, está flanqueada de esbeltas torres circulares de ladrillo aplantillado que exhiben en sus bases unos delicados puestos de flores provistos de onduladas cubiertas revestidas de mosaico y protegidos por originales marquesinas acristaladas El conjunto está delimitado por una verja perimetral de cuidado diseño, realizada en hierro y piedra natural, en cuyos chaflanes se alzan cuatro pequeños edículos de una sola planta, destinados originalmente a almacén y aseos públicos y que hoy facilitan el acceso al aparcamiento. Tras un largo periodo de abandono que llevó el edificio a un estado de ruina, en 1997 se redactó un proyecto de rehabilitación por el arquitecto Luis López Silgo, interviniendo en la dirección de las obras, inauguradas en 2003, el arquitecto Enrique Martinez. El proyecto incluye junto a la rehabilitación propiamente dicha la construcción en sótano de un planta comercial y tres de aparcamiento, y la creación de módulos comerciales, con fuerte predominio del cristal, que se han convertido, en su mayor parte, en locales de ocio. La rehabilitación del edificio obtuvo el premio Europa Nostra, y desde 2007 está declarado Bien de Interés Cultural.

(Texto extraido de la «Guia de Arquitectura de Valencia» CTAV 2007. + Información)