Área metropolitana.El equilibrio entre lo rural y lo urbano

Área Ciudad, territorio y participación ciudadana

Sábados: 3, 10, 17 y 24 de junio de 2000

CICLO SABER MIRAR
En áreas metropolitanas como las nuestras, ciudad y territorio deben de coexistir necesariamente y se convierten en una única realidad. Quizás el problema para enfrentarnos a esta nueva realidad es que no hay códigos establecidos ni fórmulas magistrales, lo único que hay es la certeza de que la ciudad se extiende en un territorio del que debe formar parte, dentro del cual existirán: núcleos históricos, áreas residenciales poco densas, pequeños núcleos más densificados, incluso áreas de servicios especializadas, autopistas urbanas, parques naturales, naturalezas artificiales, fragmentos coherentes de espacios rurales, parques periurbanos, etc. A todo ese conjunto le llamamos ciudad. Es la ciudad contemporánea, abierta, dispersa, diversa, cuyos límites son aquellos que permiten a sus habitantes tener pautas de comportamiento urbano, muy interrelacionadas entre sí, con fuertes infraestructuras de servicios y con fácil movilidad interna.

En nuestra nueva perspectiva de ciudad-territorio entendemos y presuponemos una serie de valores que provienen de nuestra cultura urbana tradicional y que están aceptablemente asumidos, pero a ellos hemos de incorporar nuevas lecturas de todo un mundo al que hasta ahora se le ha prestado poca importancia; es el mundo rural, el paisaje agrario, las naturalezas artificiales que nuestra cultura ha creado a lo largo del tiempo, así como a los sistemas y parques donde se mantiene un equilibrio natural que ha sobrevivido a los procesos de antropización progresiva de nuestro territorio.

Descubrir el valor del paisaje, sus posibilidades formales, su lógica, su historia, es el reto que se nos presenta para no caer en la brutalidad de la ignorancia, ni en la estupidez del gesto. Intervenir en el territorio en torno a la ciudad, es construir sobre lo construido, por tanto hemos de conocer nuestro patrimonio y saber mirar nuestro paisaje. Incorporar el valor del patrimonio no catalogado, los valores de la cultura rural, de la naturaleza y del paisaje, porque natural o artificial en nuestra cultura es difícil de separar. Con ello podríamos hacer más legibles, más diferenciados, más nuestros, los fragmentos de ciudad de nueva planificación, de manera que abandonáramos para siempre esos tejidos indefinidos e impersonales que hoy configuran la periferia anodina y vulgar de las ciudades.

La intención de estos paseos por las periferias urbanas, de estas lecturas entre lo rural y lo urbano, es precisamente la de una primera aproximación a los distintos paisajes que definen el territorio del área metropolitana. Nuestro interés se centra en un acto sencillo: saber mirar.

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